SABIDURÍA CABALISTICA


"Ei'ze'hu cha'cham?
Ha'ro'eh et Ha'no'lad.



¿Quien es una persona sabia?
Aquella que ve las cosas que están por venir (o por nacer).


Cuando el sabio esta frente al Nolad reconoce su potencialidad aunque sea solo la semilla.

El sabio, sin prisa, esta siempre anticipado.

El sabio es el que puede conservar un estado de satisfacción permanente.











lunes, 22 de diciembre de 2008

PODÉS DEJAR DE PREGUNTAR?

Parashát Terumáh

¿PODÉS DEJAR DE PREGUNTAR?




por Rav Daniel Oppenheimer


Ernesto, el papá llega cansado del trabajo. Los días que corren no son fáciles. Después de varias semanas en que se ocupó del abuelo que estaba internado con una enfermedad terminal, descuidando el negocio que ya hace tiempo andaba flojo, llegó el momento al que todos temían... La Shivá (siete días de duelo) no fue fácil. El público que acudió a visitar y consolar fue numeroso y le ocuparon el día de sol a sol. El abuelo había vivido con ellos durante los últimos años desde que había fallecido la abuela. Los nietos habían tenido un sentimiento de afecto muy fuerte hacia el anciano, quien, a pesar de su fragilidad, no desperdiciaba oportunidad alguna para relatar historias a los nietos. La voz no era la misma que había tenido en su juventud, pero la alegría jovial y el entusiasmo que mostraba cuando narraba los cuentos, que antiguamente solía relatar en el aula en su rol de maestro, lo hacían parecer 20 años menor de sus reales 95 años. Quien más cerca se sentía con el abuelo era Nejemia, el vivaz y alegre niño de 7 años, que no se despegaba del abuelo. Cuando llegaron los días críticos, los padres - muy agradecidos – aceptaron las ofertas de los amigos para llevar y cuidar a los niños en sus casas. De ese modo pudieron amparar a sus hijos de los nervios que habitualmente acompañan los momentos más trágicos de la vida.

Entre tantas ocupaciones, no hubo tiempo para conversar con los niños. Nejemia estaba esperando a papá. Papá estaba casi dormido en el sillón. Dentro de 20 minutos debería ir a la sinagoga a rezar y decir el Kadish. Nejemia le tocó el brazo: “Dime, papá, ¿dónde está el abuelo?”Ernesto sabía que tarde o temprano llegaría la pregunta, pero deseaba que sea más bien tarde que temprano. Cuando había sucedido el fallecimiento, Lorena - la mamá - le había transmitido la triste noticia a los hijos, sin mayores explicaciones. Para tranquilidad de Lorena, los niños habían parecido “entender” lo que había transcurrido en silencio y paz, y no habían ofrecido mayores dificultades teológicas.

Pero no, ahora se había “despertado” el interés. “¿Qué le respondo?” – pensó urgente Ernesto, mientras fingía no haber despertado.. .Nejemia insistió. “Mira, Nejemia, no te lo puedo explicar ahora. Tengo que salir para Minjá. Dejémoslo para otro momento...” – dijo el Ernesto al fin. Nejemia se retiró. Y sí. ¿Qué se le responde a Nejemia?Los niños tienen muchos interrogantes. Muchos de los enigmas pertenecen a aquellos que nosotros mismos no sabemos una explicación (posiblemente nunca nos permitimos el tiempo necesario para investigar el tema y conocerlo a fondo). A otras incógnitas, sí sabemos las respuestas pero sentimos que aún no es el momento de proporcionarles la contestación auténtica.



¿Qué hacer?

En primer lugar, no debe molestarse por el hecho que su hijo le pregunte. Siempre será mejor que los hijos busquen respuestas de sus padres antes que las busquen en otros lugares, en donde no se tenga en cuenta la situación particular y el bien del joven. Esto no quita, que los padres puedan preferir invitar a un tercero que converse con el hijo sobre cierto tema que ellos no dominan. Recurrir a terceros en este caso, será – en todo caso – una decisión que los padres tomaron, y sus hijos, habitualmente, pueden aceptarla. Peor que sus dudas, sería que no tenga las dudas (es decir: que no piense solo), que las consulte en lugares y con personas no adecuadas, o que – posiblemente por vergüenza o cansancio de preguntar y no recibir contestaciones congruentes - las busque en fuentes discordantes. La apatía de algunos adolescentes, se puede atribuir – en muchos casos – a la falta de interés que mostraron sus progenitores cuando ellos querían saber algo que les parecía importante, sin tener con quien hablar. La categoría de la pregunta, asimismo, demuestra el grado intelectual, moral y espiritual del hijo. La Hagadá de Pesaj, reconoce el nivel del niño que cuestiona en la noche del Seder de acuerdo a su modo de interrogación. Hay quienes preguntan porque genuinamente desean y necesitan saber, hay quienes quieren llamar la atención, otros posiblemente cuestionan sistemáticamente porque “quieren llevar la contra”. La pregunta también puede ser una señal de inseguridad: hay personas que preguntan constantemente para sentirse contenidas y acompañadas.



En segundo lugar, los padres deben cuidarse de no mentir. Quien miente, pierde credibilidad aun cuando dice la verdad. Si un hijo desconfía de su padre, entonces se corta la cadena de transmisión entre las generaciones, que constituye el factor principal que nos une al Monte Sinaí. La fuerza sobre la cual radica nuestra certeza en la Torá, se apoya en que un hijo no sospecha que el padre no le esté diciendo la verdad absoluta. No se debe hacer nada que pueda resquebrajar esta convicción básica. Asimismo, uno de los puntos más difíciles de asimilar en nuestro crecimiento moral, es perseverar con la verdad absoluta. Nos cuesta a nosotros ser categóricamente veraces. ¡Sin duda que no quisiéramos enseñar a nuestros hijos a mentir! (Aun en circunstancias muy definidas, el Talmud nos permite “modificar” – p.ej. omitir las palabras y no mentir) Es muy posible que - en ciertas instancias - no sea el momento adecuado para responder cierto planteo de los niños. La Torá nos relata que Iosef contaba sus sueños que vaticinaban su monarquía a sus hermanos. Esto acrecentó el odio entre ellos. El padre lo reprochó delante de ellos, pero íntimamente “guardó el tema”, esperando el momento que se cumpliera (Rash”í). Cada cosa tiene su lugar. Si no se puede recurrir a una autoridad que provea la exposición necesaria, entonces se puede decir al niño que más adelante se le responderá. No deberá olvidarse de cumplir debidamente con su palabra. La falta de ejecución de la palabra empeñada, también demuestra desinterés.



Hay niños a quienes les cuesta preguntar.

Posiblemente la inhibición se deba a su timidez. En ese caso, no se debe desperdiciar ninguna ocasión en la que sí abra la boca y hable. Aun si lo que dijo no es muy sabio, jamás se debe desmerecer su comentario o su consulta como algo “infantil” o “insignificante” . Esto puede provocar que tema volver a hablar. Los padres deberán prestar mucha importancia a sus palabras, felicitar su idea y motivarlo a que siga aventurando a pesar de su modestia. No está prohibido responder al hijo diciéndole que uno necesita fijarse (en los libros) antes de contestar. Solo las enciclopedias saben todo. La necesidad de estudiar, o profundizar un tema de modo adicional antes de hablar sobre él, demuestra la seriedad y modestia de la persona que está hablando. Esta modalidad enseñará incluso al hijo a ser, igualmente, cauto antes de abrir la boca. Tal como señalamos anteriormente, esto no debe ser una excusa eterna, sino que debe realmente cumplir con su palabra. Uno de los temas más complejos, es el que se relaciona con el dolor y la muerte, cuando sucede, D”s libre, en la familia o con un compañero, tal como el ejemplo del comienzo de este capítulo.


Respecto al dolor, los niños deberán aprender que si bien los adultos tratamos de proveer todas sus necesidades, y a pesar que nuestra generación se trató de auto-convencer que existe la “buena vida” despreocupada, esto – en realidad - solo es un mito. No es fácil explicarlo cuando no se lo cree. El dolor es habitualmente parte del crecimiento. No lo buscamos y – es más - tratamos de evadirlo, pero nadie está exento de la porción que le toca. Hay ocasiones en las que el dolor es la señal más visible de lo que sucede, y sin su presencia no podríamos vivir, p.ej.: el dolor de muela nos notifica la presencia de caries, para que corramos a salvarla antes de su destrucción total.En caso que se deba barajar el tema de la muerte, es importante saber la Torá nos enseña que el ser humano fue creado de modo combinado: su parte física - que es la que vemos en nuestro cuerpo cuyo lapso de vida es limitado – y su parte eterna y espiritual, procedente de la esencia de D”s, que es nuestra alma. El alma no perece con el deceso del cuerpo. Tampoco es vista siquiera en vida, pero está alimentada en vida por las buenas acciones del hombre. Estos conceptos son difíciles aun para los adultos, pues hablan de nociones que no las podemos percibir con los cinco sentidos. Por lo tanto, nuestra capacidad de explayarnos al respecto es circunscrita a las palabras que parecen ser abstractas. (Para mas información, se puede consultar los Ajdut: “Después de los 120 años” I y II, y “El Kadish”)



Dentro de este tema, a pesar de que habitualmente no concierne tan directamente en el ámbito personal o familiar, está el antisemitismo y la historia del holocausto - que a esta altura estaría relacionado con la vida de los abuelos o bisabuelos. Nuevamente, debo decir que la visión de mucha gente en su vida cotidiana, es que los judíos no estamos realmente exiliados. Si bien, no se debe crear pánico, sino dar una idea general de la vida, los judíos efectivamente estamos en el Galut. El Galut no es cómodo ni fácil. Los abuelos no llegaron a la Argentina para comer asado, para conocer Bariloche o el Iguazú, sino porque eran perseguidos en donde vivían. Ocultar esa verdad, como inconscientemente se suele hacer, impide a los niños conocer su verdadera historia e identidad. Les quita previsión y preparación para su propia vida.


Dentro de este tema, y dada la falsa impresión que todo en esta vida es una competencia, o quizás con la falsa idea de que esto sirviera para evitar casamientos mixtos, algunas personas transmiten a sus hijos ideas falsas en el sentido que los no-judíos son malos. Nuevamente, debo advertir en contra de este error. Todos los seres humanos nacen neutros – judíos y no-judíos. Nuestros padres aceptaron un desafío espiritual ante el Monte Sinaí, y nos lo transmitieron a nosotros. Se nos exige ser mucho más cautos. Ser judío es un orgullo y un desafío importante. Ser buenos, o malos, lo definimos a través de nuestra vida.No agoté, de ningún modo, las posibles preguntas de los niños, pero se comienza por algo.

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